Doris y Aldair dejaron Perú en busca de nuevas oportunidades. Hoy recorren las calles de Madrid como repartidores, enfrentando desafíos y construyendo un futuro juntos. Esta es su historia de adaptación, resiliencia y sueños compartidos.
"Nunca pensamos que terminaríamos aquí", dice Doris. Ella y Aldair descansan en la calle Fuencarral, una de las más concurridas de Madrid, con sus mochilas de reparto a su lado. No son solo repartidores, son una pareja que trabaja codo a codo, construyendo una vida lejos de casa.
En Perú, Doris era diseñadora publicitaria y Aldair trabajaba en construcción y reparación naval. "Teniamos carreras, sueños que se veían muy diferentes a lo que hacemos ahora", cuenta Aldair. Dejaron su hogar en busca de mejores oportunidades en Europa, con la esperanza de un nuevo comienzo.
“Queríamos ir a Suiza”, recuerda Doris, “pero la barrera del idioma lo hizo difícil. Así que nos quedamos en Madrid.” Adaptarse no fue fácil: un nuevo país, un nuevo idioma y sin una red de apoyo. Necesitaban mantenerse por sí mismos rápidamente.
Fue entonces cuando encontraron trabajo como repartidores. No era parte del plan, pero ofrecía flexibilidad e independencia. “Podíamos trabajar juntos, establecer nuestros propios horarios y mantenernos mientras pensábamos en nuestros próximos pasos”, explica Aldair.
Sus bicicletas se convirtieron en algo más que un medio de transporte. Representaban resiliencia y determinación. "No se trata solo de entregar comida", dice Doris. "Se trata de demostrar que podemos adaptarnos, sobrevivir y encontrar nuestro camino en un lugar nuevo."
Entre turnos, Doris dibuja para mantener viva su chispa creativa, mientras Aldair disfruta arreglando cosas. Sueñan con el futuro, pero encuentran un propósito en el presente, en el ritmo de la ciudad y en su viaje compartido.
“La gente ve las mochilas y piensa que solo somos repartidores”, dice Aldair. “Pero cada repartidor tiene una historia. La nuestra es solo una de muchas.”
Su historia trata de algo más que trabajo. Es sobre migración, adaptación y compañerismo. Es un recordatorio de que detrás de cada entrega hay una persona con sueños y una historia que contar.
En Madrid, Doris y Aldair siguen pedaleando, en busca de oportunidades, estabilidad y un futuro que están construyendo juntos, una entrega a la vez.
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